Supongo que decir que este lugar no tendrá sentido sin ti es una ñoñería que no te gustaría escuchar. Nunca fuiste de sentimentalismos, halagos o palabras bonitas. Recuerdo que hace unos veranos, cuando todavía recordabas mi nombre, sabías quién era, de dónde venía y a qué me dedicaba, me dijiste tajante “hechos son amores”. Y me gustó porque al fin comprendí la manera de ser de toda la familia, de esa familia que conseguiste alimentar cuando las palabras o los abrazos no daban de comer.
Sólo quiero que sepas que esa frase me marcó y que, lejos de agradecértelo o decirte lo mucho que me abriste los ojos, simplemente la adopté como estilo de vida. Porque, supongo, eso era lo que querías.
Fue tu manera de demostrarme amor, y es con lo que me quedo. Ahora y siempre.