Me limito a ir por ahí y ver qué pasa en cada momento. No sé qué sucede cuando morimos, y no cuento con descubrirlo antes de palmarla. Seguramente no pasa nada, pero nunca se sabe. De momento, sigo vivo, y he acabado por entender que algunos de los peores momentos de mi vida han desembocado en algunos de los mejores, así que no soy de los que devora con avidez el melodrama ajeno. Cada día es cada día, y punto.