Acabo de presenciar en directo la despedida de un grande del oficio: Iñaki Gabilondo. Adalid del periodismo nacional, voz de la ciudadanía durante décadas y persona crítica capaz de hacer sonrojar a políticos, empresarios y personas de toda condición.
Todavía recuerdo que, en una entrevista en la que él fue el entrevistado, comentó que, cuando era joven, paseaba por la Avenida de la Libertad de Donostia y, al ver la sede de la Cedena SER, se convencía de que algún día trabajaría en aquella casa. Y lo consiguió.
No fue fácil. No conozco la historia personal de Gabilondo, pero tres años en el mundillo me bastan para saber que este hombre ha sacrificado tiempo, ocio, familia y amigos por una causa: el periodismo. Y valió la pena.
Gabilondo ha creado escuela. Un séquito de cientos de plumillas, locutores y comunicadores que, de mayores, quieren ser como él. Y si no es así, al menos muy parecidos.
Quizá por ello me haya emocionado de sobremanera su despedida. Tras un Nocturno de Chopin, Gabilondo ha denunciado la facilidad con la que los medios de comunicación desaparecen ante una sociedad impasible. Con los ojos enrojecidos, ha agradecido el trabajo profesional de sus compañeros, que han mantenido el tipo hasta hoy ignorando su futuro más cercano mientras la redacción los necesitaba para salir adelante.
Con todo ello, decimos adiós a dos grandes figuras del periodismo: el canal CNN+ e Iñaki Gabilondo. Y, espero con toda mi alma, digamos un hasta luego a los 200 periodistas que, mañana, comenzarán una nueva etapa de su vida.
Desde este humilde espacio, felicidades a todos por el trabajo bien hecho. Estoy segura de que resistiréis y saldréis airosos, como de costumbre, a los bandazos de la actualidad.
(Actualización)
Aquí tenéis el vídeo de despedida