Comienzo la primera de vuestras cartas con un deseo que, en realidad, es más una orden para cuando ya no esté aquí: haced cosas. Apuntaos a todos los planes que propongan vuestros amigos aunque os dé pereza. Si no surgen y queréis vivirlos, proponedlos vosotras. Y si nadie se apunta, no temáis: hacedlos por vuestra cuenta.
No os quedéis sin viajar, sin probar, sin jugar, sin aprender porque nadie os quiera acompañar. Sois fuertes, sois capaces y vais a descubrir que en esta vida todo es mejor si lo compartes, pero hay momentos en los que no puedes quedarte con las ganas porque a tu alrededor no encuentres personas con tus gustos, aficiones y anhelos.
Y puede ser que tengáis una temporada, o días tontos, en los que estéis perezosas o sin ganas de hacer cosas. No pasa nada: mejor 10 días al 100% que 11 al 99%. Pero no os durmáis en los laureles.
Ahora mismo tenéis un montón de tiempo disponible para hacer lo que más os apetezca, ahí os dejo elegir: bailar, cantar, escribir, estudiar, tocar un instrumento, practicar el deporte que os encante… haced lo que queráis, pero haced cosas.
No quiero ser una pesada (recordad que mi papel es ser la izeba molona, a la que le podéis contar todas vuestras mierdas: jamás os juzgaré), pero no os vais a dar cuenta y, un día, os dolerá la rodilla al levantaros de la silla, os dará pereza salir a tomar algo con vuestros amigos porque chispea o preferiréis dormir en hoteles en lugar de en tiendas de campaña.
Y ese momento está bien, porque quiere decir que haces un upgrade en tu vida, que has estado en el magnífico barrizal de la juventud y pasas a la comida media de la vida adulta, pero… os confesaré una cosa: los mayores siempre miramos con recelo, nostalgia y algo de envidia a los que se retozan en el fango. Así que disfrutadlo por nosotros.