Qué de pueblo soy, madredelamorhermoso.

Hacía tiempo que no visitaba ciudades con más de 1 millón de habitantes. Y hay que hacerlo: al menos dos veces al año hay que perderse en el bullicio de una jungla de asfalto, en la que cientos de personas caminan hacia la misma dirección, los taxis aparecen al primer amago de mano alzada, las ropas, los pelos y la actitud no importa… en lugares donde sientes pequeños soplos de libertad entre bocanada y bocanada de polución.

No aburriré: sólo comentaros que tenéis que conocer un bar ubicado en un piso de cierta plaza catalana. No preguntéis nombre, ubicación o dato específico: no lo sé. Creo que la mayoría de personas que allí se congregaron el domingo asistieron porque tenían un conocido al que, a su vez, alguien llevó al lugar tiempo atrás.

Música en directo en un bar al que entras después de haber llamado al timbre y haber ascendido un par de pisos. Hogar de altura suficiente para reconocer que la construcción tiene más de un siglo de vida. Escasamente amueblado, pero con acierto, predominaba la oscuridad con una áurea rojiza. Me sorprendió que no oliese a humedad. Y el casi absoluto silencio que reinaba en el sitio, sólo roto de vez en cuando por unos cuanto aplausos.

Mágico, benetan.

Ya os llevaré si algún día pasamos por allí.