No tenía 16 primaveras cuando di la primera calada a un cigarro. Tímidamente y sin pensarlo dos veces, me adentré en el vicio hasta que, con 18, lo instauré en mi día a día. Tengo 25 y hace mes y medio -aproximadamente- que he dejado de fumar.

Personalmente, considero que todo eso del mono, sus fases, el tiempo de desintoxicación, etc.  se resume en un momento: el instante en el que te das cuenta de que eres un yunkie de la nicotina. ¿Cuál es el problema? Que si fumar está normalizado y bien visto por la sociedad en general, este momento puede no llegar nunca.

En mi caso la constatación ocurrió en casa, la tarde del cuarto día como ex fumadora. Mandé todo al garete, me apetecía fumar. Es más, me moría por fumar, por dar una calada, por sentir el humo descendiendo hasta mis pulmones. Rebusqué en todos los cajones de casa a la búsqueda de algún cigarro perdido, pero fallé. Con un amago de taquicardia y casi a punto de echarme a llorar, encontré un puro, el clásico que regalan en las bodas. Y me planteé fumar ese habano.

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