Ayer fuimos a la churrería Santa Lucía. Este emblemático comercio hostelero de la Parte Vieja donostiarra tiene un target bastante definido; cuadrillas de la tercera edad, abuelos con nietos, padres con hijos y algún que otro grupo de preadolescentes.
A primera vista el local puede no parecer atractivo. No obstante, más allá de la decoración (que mezcla fotos en b/n del Donostia de antaño, estampas de santos, imágenes descoloridas de los platos y anuncios de Pepsi-Cola de los 60), las raciones de comida son generosas, los precios competitivos y el ambiente… especial. Es de esos lugares en los que, pese a estar sentada a menos de medio metro del resto de clientes, la atmósfera se reduce a los dos bancos que ocupas y la mesa que los une.
Varios de los comensales coincidimos en que, si un comercio de estas características estuviese ubicado en la capital del reino, cientos de modernos venidos de acá y allá harían cola para conseguir una mesa en el lugar.
Porque este establecimiento tiene solera. Esa solera que -parece- sólo valoramos si se encuentra fuera de nuestra ciudad natal.
Hao says:
Me encanta!
Puede ser el inicio de una serie dedicada a la Cara B del turismo Donostiarra?
Aquellas cosas que Odón no quiere que veas y sitios donde el tiempo y las tendencias dejaron de transcurrir para ellos.
21/02/2011 — 20:11
lacajadezapatos says:
Me vale redescubrir la Cara B del turismo donostiarra!!
21/02/2011 — 20:21
Caballero says:
Las fotos de las paredes son para verlas con detenimiento!!
Cara B comienza
21/02/2011 — 21:49
Mary says:
Me apunto! esto puede ser el comienzo de grandes descubrimientos…
22/02/2011 — 23:32
Pilar says:
Qué buena pinta!! no me llevastéis!!
10/03/2011 — 11:43