El miércoles @Kallerwriter me recomendó “La historia de cómo recuperé mi bici“, un relato en el que Leo Voland (nombre ficticio pero molón) describe los pasos que dio para volver a montar en la bici que le acaban de robar. “Tú que andas en bici… tienes que leerlo” me animaba.
La cosa es que, ayudado por las nuevas tecnologías, su actitud detectivesca y un grupo de amigos, Leo Voland se curra toda una estrategia al margen de la ley para localizar su bici, contactar con el ladrón y recuperar el vehículo.
Nada más terminar de leer la historia me vi obligada a compartirla en Twitter. El mensaje, la actitud del protagonista, su cabezonería, los toques de humor, el halo peliculero… me enamoró. Me recordó tanto a las historias de Flanagan… ¡pero esta era real!
La releí y, no contenta con haberla compartido una vez, envié un mail a las personas que creía iban a disfrutar de la lectura tanto como yo. Entre ellos se encontraba un amigo que trabaja como policía municipal y que resumió el relato con un simple “¡Muy grande!”.
Debido a su cercanía con la problemática, me regaló unos consejos para “evitar” que me roben la bici (otra vez) y, si tal desgracia pasa, saber qué trámites llevar a cabo. Le pedí permiso para poder compartilo aquí y me dio el OK, así que copiopego tal cual.
(NOTA: ¡No seáis vagos y leed la “La historia de cómo recuperé mi bici” antes!)1. ACLARACIÓN: Sí hay un registro de las bicicletas robadas/denunciadas. Pero si no hay denuncia no hay registro. El problema: la mayoría de las bicis denunciadas están sin datos suficientes, ¿qué datos? Leer más