Hay días como hoy en los que te planteas el número de dedos de frente que tienen los usuarios de las redes sociales y, en general, los ciudadanos de a pie.

Resulta que la empresa francesa Alten ha decidido despedir a tres de sus trabajadores por criticar a sus jefes vía Facebook -noticia aquí -. No es que estos empleados tuviesen agregados entre sus contactos a sus superiores, no. Un ‘amigo’ de uno de ellos se encargó de pasar una copia de la conversación en cuestión, en la que tachaban de “club de nefastos” a la dirección de la empresa, a la compañía.

Como si de una dinámica de grupo se tratara, intento responsabilizar a alguien o algo de estos despidos tan poco oportunos en los tiempos que corren, y Facebook ni siquiera aparece en la lista.

Por una parte, los ex empleados de Alten anduvieron finos. Trabajador: puede que tu jefe no sea el mejor líder empresarial del momento, o creas que te tiene ojeriza, o que sus iniciativas pioneras son propias del lustro pasado… da lo mismo. Tienes que confiar muy mucho en la persona a la que muestras tu verdadero sentir laboral y profesional, más aún si los oídos pertenecen a otro empleado de tu misma filial.

Además, soltar lindezas sobre tus superiores es un pasatiempo que tiene el espacio, el tiempo y el momento reservado a ocasiones especiales. No procede criticar en cenas de empresa, ni en la hora del café, pero tampoco a través del correo electrónico o por mensajería instantánea. ¿Por qué? Porque luego pasa lo que pasa; que quedan pruebas.

Y es que, por lamentable que parezca, no se puede fiar uno de nadie ajeno al círculo interior del círculo de amigos y familiares que posee.

Desconozco las razones que llevaron al ‘amigo’ a remitir la conversación a la directiva de la empresa, pero desde ya asegurar que me parece una práctica muy poco cívica y muy mucho traidora y rencorosa.

¿Y los jefes? Supongo que este acontecimiento fue nuevo para ellos. “¿Se puede despedir al marinero que critica a su patrón en Facebook? ¿O lo amparan las leyes de privacidad estatales e internacionales?”, se preguntarían. Pues da lo mismo, porque parece que sí.

Llego a la conclusión de que hay personas que no tienen dos dedos de frente, otras muy cizañeras y otras muy…jefes de Alten. Facebook no fue el culpable, sólo fue el medio y canal de comunicación que facilitó la tarea del chivato tanto como lo podría haber hecho una notita de papel o sms. Es una herramienta comunicativa; allá cada usuario con el contenido que vuelca en la misma.