El abanico de las cosas que me gustan es bastante amplio y abarca desde una tortilla de patatas a un edifico con claros tintes brutalistas. En definitiva, cosas que creo que te pueden gustar a ti también.
Cada paso que da lo aleja más de su casa y de lo que fue suyo, de repente todo parece rotundo como un final. Cada huella es una piedra más en una especie de muro invisible que lo va aislando de todo, incluso de lo que aún puede ver, porque para marcharse no basta con poner distancia: hay que obligar a la mente a irse también.
Sólo he doblado tres esquinas de todo el libro pero una de ellas es buena, así que la comparto.
Pero si había algo aún peor que a rutina era, sin duda, la ausencia de posibilidades, Uno puede acostumbrarse a repetir una y otra vez las mismas acciones, a que cada día sea igual que ayer e igual que mañana [..], pero las personas necesitan las posibilidades. Aunque no las usen […] deben saber que existe la posibilidad de salir de la jaula.
Desde pequeña me fascinan los mapas. Cada vez que viajo a una ciudad (o incluso a lugares en los que ya he estado), disfruto conociendo sus planos, haciéndome a la idea de la proporción de los espacios, las zonas y la geografía. Me gusta tener esa visión en picado de tanta superficie terrestre, esas primeras pinceladas de información con las que sentirte un poco familiarizada en un entorno completamente desconocido.
Confieso además que me encanta pasar algunos de los ratos muertos que tengo dando una vuelta por Google Maps en versión satélite. Y me lo callaría, de no ser por las auténticas bellezas que me encuentro por este nuestro globo terráqueo. Puro arte, mirad: Leer más
A mediados de este año descubrí al grupo madrileño Sierra, que en 2014 sacó Tiene Mucha Fuerza y cuya canción “Golpes” me obsesionó de una manera brutal. Escuchad a ver.
Me alucinó. Las letras son bastante intensas, pero se acercan a un entorno más… ¿callejero? gracias a la combinación de ritmillos animados y felices, bastante pop (ay madre, me voy a meter yo a hablar de estilos #sintenerniputaidea, yeah) con la voz de Hugo Sierra. Esa voz que, directamente, me transportó a la movida madrileña pomposa, elegante, exclusiva, que no viví. “Canta fatal”, me dijo un amigo. Ya, vale. Pero llega. Fin de la conversación.
A finales de este 2017 el grupo ha vuelto con A Ninguna Parte, un compendio de 11 temas en los que hay espacio para llorar, para patalear, para rendirse y para sacar una sonrisa de orgullo.
Ojito pestaña con el magnífico “Me destrozaré”. Himno de este invierno YA.
Y la historia de nuestra maldita vida retratada en “Amiga Extraña”. Bailemos.
Te pido luz y me contestas con el sol, te pido tiempo y te paras. Te llamaré antes, eres una amiga extraña.
–Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante porque era como… como provisional. Como si estuviera esperando destino. Yo creía que iba hacia una vida maravillosa, y mientras estaba en la cola esperando pues… trabajaba y estudiaba como un negro porque tenía que ser así, porque más adelante iba a llegar mi vida. Mi verdadera vida. ¿Y sabes qué pasa? Pues que ya ha llegado.
– Y va, y no te gusta.
– Y va, y no te gusta.
¿Qué me espera? […] total, tú y yo solos, vegetando todos los fines de semana en esa mierda de chalé. Todos los puentes, todas las vacaciones de Semana Santa.[…] Y un día te mueres, y se te queda esa carita de gilipollas… y en el último momento te dices “vamos…vamos…vamos”, porque es que te han llevado al huerto toda la vida. Y nunca has hecho lo que tú querías.
Alfredo Landa en Las verdes praderas (Jose Luis Garci)
Nada de tintas, grosores de papel, marcas de pinceles, euros euros euros, aplicaciones ultramegamodernas de lettering… me encanta cuando bajan al barro y demuestran lo cracks que son en un soporte accesible a todos.
Una vez más todo el problema consistía en matar el tiempo. A partir del instante en que aprendí a recordar, concluí por no aburrirme en absoluto. Me ponía a veces a pensar en mi cuarto, y, con la imaginación, salía de un rincón para volver detallando mentalmente todo lo que encontraba en el camino. Al principio lo hacía rápidamente. Pero cada vez que volvía a empezar era un poco más largo. Había leído que en la cárcel se concluía por perder la noción del tiempo. Pero no tenía mucho sentido para mí. No había comprendido hasta qué punto los días podían ser a la vez largos y cortos. Largos para vivirlos sin duda, pero tan distendidos que concluían por desbordar unos sobre los otros. Perdían el nombre. Las palabras ayer y mañana eran las únicas que conservaban un sentido para mí.
No podía ser un mundo tan malo, ¿no? No con pájaros que trinan y cantan. Quizá ese era el secreto: encontrar las pocas cosas que hacen que la vida sea una fracción mejor, y centrarse en ellas. El trinar de los pájaros. La piel del melocotón. Los cachorros que ladran como si fueran perros grandes. Nada magnífico, ciertamente nada que justifique todo lo demás, pero suficiente como para mantenerte en marcha.
—Te tengo que pasar el libro cuando me lo terminé. Te va a gustar.
—¡Guay!— dice entusiasmado. Aprovecha para tomar el ejemplar y ojear la sinopsis de la trasera. De repente frunce el ceño —. ¿Y todas estas esquinas dobladas?.
Se refiere a las esquinas inferiores del libro. Tengo la costumbre, desde hace varios años, de marcar de esa manera los párrafos, frases o apartados de los libros que me gustan. He comprobado que hay gente que, incluso, marca dichos fragmentos con lápiz o boli, pero, para qué mentir, no suelo disponer de ningún marcador del estilo cuando leo, simplemente estamos el libro y yo, y el hecho de escribir sobre las hojas de una novela me recuerda demasiado a la época estudiantil.
—Cosas mías.— Le resumo. Conociéndolo, lo descubrirá por sí mismo en cuanto llegue a la primera esquina doblada—. Cuando lo leas no las desmarques, por favor.
Y estaba esa mujer, Isaura, Isaura Madruga, la vecina del cántaro, a quien el otro día no respondió nada más que Está bien a la pregunta que ella murmuró con los ojos bajos, mientras contaba monedas, Y su padre, cuando lo que debería haber hecho era tomarla de un brazo, subir con ella a la alfarería, entrar con ella a donde el padre trabajaba, decir, Aquí está, y después cerrar la puerta y dejarlos ahí dentro hasta que las palabras les sirviesen para algo, ya que los silencios, pobre de ellos, no son más que eso mismo, silencios, nadie ignora que, muchas veces, hasta los que parecen elocuentes, han dado origen, con las más serias y a veces fatales consecuencias, a erradas interpretaciones.
Jacob T. Swinney se dedica a crear supercuts bastante interesantes (si te gusta Tarantino, es tu hombre) en su canal de Vimeo. El último que ha subido está dedicado al uso del primer plano extremo (¿no es que el que nos enseñaron como “primerísimo primer plano” en la universidad?) en las películas de David Fincher, a quien deberías conocer por dirigir, entre otras Seven, El Club de la Lucha o la gran paranoia que es El Curioso Caso de Benjamin Button.
He terminado la primera temporada de Mr. Robot y… de verdad, deberíais descubrir esta locura de serie, con esta locura de trama y con esta locura de personajes.
Todo se centra en la historia de un hacker que quiere ser reclutado por un grupo de hackers que quieren petar el sistema atacando a la mayor multinacional tecnológica del mundo. Puede sonar friki, pero creedme: no lo es y va a hacer que os planteéis muuuuuuchas cosas.
The world is a dangerous place, Elliott, not because of those who do evil, but because of those who look on and do nothing.
Me limito a ir por ahí y ver qué pasa en cada momento. No sé qué sucede cuando morimos, y no cuento con descubrirlo antes de palmarla. Seguramente no pasa nada, pero nunca se sabe. De momento, sigo vivo, y he acabado por entender que algunos de los peores momentos de mi vida han desembocado en algunos de los mejores, así que no soy de los que devora con avidez el melodrama ajeno. Cada día es cada día, y punto.
La calma, el karma, la dedicación y el cariño con el que se hace un libro. Digno de ser visto en esta era en la que las prisas nos invaden y el trabajo hay que sacarlo cuanto antes. Que no se pierdan estos oficios, por favor.
Descubro vía Taxi a Iñaki Aliste Lizarralde, un vasco que a golpe de lápices de colores ha creado los planos de las casas de series y películas míticas como si éstas fueran reales. Como explica en su Tumblr, hace los planos “en cartulina utilizando marcadores de tinta y lápices de colores”, aunque a veces utiliza “el Paint para añadir los nombres y títulos, pero el resto está dibujado y coloreado a mano”.
Una vez más, viva lo artesano y lo “hecho sin prisas” pero con mucho karma.