Sonrío pensando lo que te gustaría haber oído esta noticia. Haberla vivido, con la poca gracia que te hacían esos “desalmados”.
Ya te contaré cómo lo he vivido.
Luego, dentro de un rato.
Sonrío pensando lo que te gustaría haber oído esta noticia. Haberla vivido, con la poca gracia que te hacían esos “desalmados”.
Ya te contaré cómo lo he vivido.
Luego, dentro de un rato.
Borrador – 4 de abril
Este sábado discutía con unos amigos sobre la controversia del pagar por los contenidos en Internet. Les hablé de Filmin como ejemplo de que otro tipo de industria cinematográfica y consumo audiovisual era posible. “Pero si puedo verlas gratis, ¿por qué voy a pagar 1, 95 euros?”. Buena pregunta.
Creo recordar que mi primera respuesta (toda la conversación fue acompada de cerveza, para qué os voy a engañar) fue “¿No pagas dos euros por ver una peli en HD, versión original o doblada al español, en tu casa (se pueden visionar en pc o tele si dispones del cable reglamentario, evidentemente)? Entonces no te gusta tanto el cine…”.
Hubo varios ganchos. Entre ellos, que los ciudadanos ya pagamos por la conexión a Internet, que el cine es un timo y que en la industria hay mucha gente que se lucra de mala manera mientras que la mayoría de currelas malviven siendo mileuristas en un pisucho de 60 metros cuadrados. Que cómo vas a pagar por ver una peli que luego, quizá, es una mierda. Que en páginas como la citada, sólo se puede ver el filme una vez.
Juro que les rebatí como pude. Pero, parece ser que en esta cuestión, como ocurre con política, religión y todo aquello que requiera tocar la cartera, la gente no se apea del burro que cree más castizo.
He dejado que pasen las horas porque en el momento sentí que, tal vez, me estaba estancando en mi postura y no atendía a razones.
14 de abril
Spotify ha anunciado hoy que, a partir de ahora, las cuentas gratuitas tendrán más restricciones con el fin de conseguir más beneficios para la empresa.
La verdad es que la cuestión no me afecta: pertenezco al crupúsculo de personas que pagan 4,99 míseros euros mensuales por no soportar interrupciones en momento de clímax musical. ¡Y las hay que abonan hasta 9,99 y se llevan la música en el móvil! ¡derrochadores! ;D
A lo que voy, que a dos semanas de la discusión mantengo mi postura. No hay que llorar porque una empresa que te ofrece un servicio quiera cobrártelo, u ofrecértelo de manera limitada. ¿Quién regala algo hoy en día, máxime si es una empresa?
La cuestión es la misma de siempre; cada persona gasta el dinero en lo que le place. Si no destinas 1,95 euros a ver una película… creo que lo dices todo.
P.D: Para el personal enojado por la decisión de Spotify, ¡tranquilidad! existen más portales como Grooveshark para seguir escuchando música gratis y sin publicidad.
P.D.2: la cantidad de borradores que tengo…madredelamorhermoso…no es normal.
Hoy he asistido a la primera jornada del ciclo Talking Books de este año, con David Bumstead al frente hablando sobre About face, uno de los libros que componen la saga Brunetti (¡con una veintena de volúmenes!) escrita por Donna Leon.
La verdad es que, pese a no haber leído el ejemplar, nos lo hemos pasado bien desengrasando el oído y conociendo su estilo literario, la evolución de las novelas negras y las características de varios autores europeos.
Asimismo, Bumstead ha aprovechado la ocasión para hacernos saber que mañana arranca una nueva iniciativa en la ciudad: The occasional Tuesdays. Así, un martes de cada mes, organizarán un encuentro en el que poder charlar en inglés sobre un tema y, después, cerrar la velada al basque style: con una buena cena.
Con todo, mañana a las 20.00 se reunirán en el Via Fora para tratar la evolución del rock acompañados de una guitarra, así que supongo que, además de charlar, habrá más de un cántico a varias voces. Los más animados podrán unirse a la cita gastronómica si lo desean.
P.D: no recuerdo el nombre del ponente que se encargará de llevar los conocimientos teóricos y los acordes a la velada de mañana, pero en cuanto tenga más datos los aportaré. Si sabéis algo al respecto, se agradecerá la info en los comentarios :D
Actualización: nivelazo de inglés que manejo, ¿ein? ¡gracias por la corrección!
Actualización 2: acabo de recibir el mail informativo, así que hago un socorrido Copy+Paste (no tengo tiempo de más, perdón)
‘Occasional Tuesdays’ launches its inaugural evening, recapturing the art of fine conversation, dining and erudition at Via Fora, Frederico Garcia Lorca, 10, 20014 Donosti.
“Like a Hurricane-how music has changed us over the last 60 years”, by Stuart Kelling.
– ¡Tati! ¿Ya has visto este vídeo?
Voy a la habitación y me encuentro a mi padre viendo un fragmento de ‘Charlot boxeador’ en Youtube.
Hace unos meses describí el primer contacto de mis padres con un ordenador. Pues bien, he acertado un 50% mis predicciones; ella le está poniendo más empeño que el esperado y él… también, aunque su experiencia de usuario dista un poco de lo que imaginaba.
Se supone que hicieron el curso para aprender a manejar el ordenador, pero una fuerza suprema los ha alejado de ese propósito: Internet. Y es que han descubierto que las carpetas, los textos y diferentes funcionalidades del pc offline no son tan divertidas como Youtube o jugar al Puzzle Bobble.
Cabe decir que mi padre maneja a la perfección el concepto Google, que pasa horas y horas viendo documentales en Youtube, que se ahorra el euro y pico diario del periódico y que cae en la trampa de los banners. Pero se ha estancado.
Por otra parte, mi madre ha preferido centrar todo su empeño en una cosa: el correo electrónico. Poco a poco, y con una chuleta bien a mano del tipo Mozilla-clic-poner Google en la barra de arriba-enter-clic en primer resultado-etc. va dando sus primeros pasos respondiendo a mails, reenviando powerpoints y mandando a la papelera todo lo que lee.
-Ama, que la bandeja de entrada es como un buzón gigante, no hace falta que borres todo lo que lees. Si te gusta algún correo o lo quieres conservar por lo que sea, porque te mandan fotos bonitas o cualquier cosa, lo puedes dejar ahí, que no vas a llenar el buzón. Es como un cajón igual de grande que esta casa para guardar cartas.
-Ah, de acuerdo. Pensé que había que hacerlo así.
E, inevitablemente, me sale una sonrisa.
Parece una tontería, pero estoy sintiendo en mis propias carnes la sensación de libertad de movimiento en la red que están viviendo mis padres en estos momentos.
Hace escasos minutos, sin venir a cuento, me han preguntado por la música que sonaba en mi cuarto a la tarde.
Les he contado qué es Spotify.
-Bueno…- ha dicho mi madre algo agobiada por la novedad- tú mañana me lo explicas delante del ordenador con las hojas para poder apuntar y a ver qué tal.
Y ahí estaba, de nuevo, la sonrisa.
Vivimos en una sociedad sobresaturada de información, gente que se cree muy listilla y confusión.
Entre las 76365872977436 noticias que hemos podido escuchar hoy nos encontramos la decisión del Gobierno de reducir el límite de velocidad en autopistas y autovías a 110 kilómetros por hora con el objetivo de ahorrar gasolina. A los conductores que superen esta cifra (y les pillen, claro) se les podrá multar, pero no afectará al sistema de puntos.
“Pues ya ves tú, para éso que dejen elegir; los que quieran correr y dejarse sus duros en gasolina que lo hagan, y los que no que vayan a 110”. Ésa ha sido la primera impresión de mi madre al escuchar la noticia.
Pensamiento práctico. Pensamiento de antaño. Pensamiento útil.
No obstante, ha sido escuchar la noticia y una legión de conductores ya se preparan para la batalla. Movilizaciones, redes sociales, pancartas, tiempo, esfuerzo… ¡van a darlo todo!
Ayer fuimos a la churrería Santa Lucía. Este emblemático comercio hostelero de la Parte Vieja donostiarra tiene un target bastante definido; cuadrillas de la tercera edad, abuelos con nietos, padres con hijos y algún que otro grupo de preadolescentes.
A primera vista el local puede no parecer atractivo. No obstante, más allá de la decoración (que mezcla fotos en b/n del Donostia de antaño, estampas de santos, imágenes descoloridas de los platos y anuncios de Pepsi-Cola de los 60), las raciones de comida son generosas, los precios competitivos y el ambiente… especial. Es de esos lugares en los que, pese a estar sentada a menos de medio metro del resto de clientes, la atmósfera se reduce a los dos bancos que ocupas y la mesa que los une.
Varios de los comensales coincidimos en que, si un comercio de estas características estuviese ubicado en la capital del reino, cientos de modernos venidos de acá y allá harían cola para conseguir una mesa en el lugar.
Porque este establecimiento tiene solera. Esa solera que -parece- sólo valoramos si se encuentra fuera de nuestra ciudad natal.
Si hay algo que me ha cautivado estos últimos meses de estudio ha sido la cantidad de campañas publicitarias y de marketing bien hechas, bonitas y originales que he descubierto gracias a mis compañeros de posgrado.
Llevamos varias semanas a vueltas con el trabajo final. Charlas por Skype, delirios, mucha tecla, mucho PowerPoint y mucho pensar. Ahora mismo acabo de salir de la última conversación académica con mi grupo de trabajo y me acostaré conociendo una campaña de comunicación más que, en su universo 2.0, busca hacer pasar un buen rato al usuario -además de presencia, viralidad y algunas ventas, que no somos tontos-.
Bastante ñoña pero muy acertada: Cash Converters ofrece la posibilidad de contactar con tu ex para daros una segunda oportunidad.
Así, el usuario sólo debe registrarse e indicar sus datos personales básicos y los de la persona a buscar. Pero ¡no temas! Cash Converters no hará la de Isabel Gemio o Jesús Puente: simplemente, guardarán tus datos para que, si tu ex pareja también te anda buscando, os deis una segunda oportunidad. Y si tu ex amor no llama a la puerta dará lo mismo porque no se enterará.
¿Que no es la mejor manera de que surja un reencuentro? Ya. Pero, oye, en este momento hay 5.879 personas que buscan una segunda oportunidad y 61 parejas ya la han conseguido. Ahí es nada.
Lo más importante es que, además de mejorar su imagen de marca, la empresa ha conseguido crear una campaña que transmite su filosofía: la reutilización.
No falla. Todos los 14 de febrero vuelven a mi memoria los buenos tiempos vividos en el instituto. Mis amigas y yo nunca formamos parte del grupo de gente popular, divertida y guapa habitual en todo centro educativo. Fuimos más bien de las “pringuis” que cuando un sábado disponían de una casa libre pasaban la noche viendo videoclips en la MTV o alguna comedia romántica americana.
El amor no llamó a nuestra puerta precisamente pronto -salvo alguna excepción-, así que nos conformábamos con tener la amistad del género masculino. No obstante, como es de esperar, teníamos nuestros “fichajes”; hombres chicos con los que jamás cruzamos palabra pero de quienes estábamos profundamente enamoradas (bendita edad del pavo).
Por ello, se puede suponer que los 14 de febrero laborables acudíamos a clase como si un día más se tratara, sabiendo de antemano que no habría flores, bombones, regalos o palabras de amor para nosotras. Pero no.
Si algo nos caracterizó fue nuestra predisposición a reírnos de nosotras mismas siempre. Por ello, cada San Valentín que pasamos en el instituto encontramos, al menos, una carta de admiración y profundo amor -digno de la época medieval- en la taquilla.
La caligrafía nunca dejaba lugar a dudas y fácilmente podías reconocer la letra de tus compañeras de charlas existenciales a las tantas de la madrugada. Pero daba igual. Ahí estabas tú, pensando que el escrito podría ser auténtico algún día con una sonrisa dibujada en la cara que no se desvanecía hasta retomar la clase de Física.
A día de hoy, mi caja de zapatos material alberga varias de esas cartitas. Y, algún día, albergará muchas verdaderas. Ya veréis.
:D
No soy carne de shopping. Nunca me gustó lo de quedar con amigas para ir de compras y se puede decir que el 99% de las ocasiones que voy a la búsqueda de alguna prenda o complemento salgo con las manos vacías de los establecimientos.
Si no es porque no tienen ropa que me guste (bastante habitual, y de ahí mi gran colección de básicos), es por el precio o la calidad del producto. De ahí que, de un tiempo a esta parte, me limite a comprar textil sólo en rebajas.
“Pero es que te quedas con los restos”, “casi nunca quedan tallas” o “tampoco te lo puedes poner tanto porque es de una temporada que acabas de pasar” son los clásicos argumentos de la gente que prefiere gastarse 40 euros en una camiseta antes que en una noche de cena, concierto y copa.
Mi madre cose. Mi abuela cosía. Pasé parte de mi infancia entre telas para cortinas, vestidos, fundas nórdicas e, incluso, calzoncillos. Sé cómo debe ser un buen pespunte, la maña que requiere realizar un buen ojal y el trabajo que lleva confeccionar una prenda. Por ello, sé que los productos que ofrecen hoy en día las tiendas no valen ni la décima parte de lo que marca la etiqueta (mucho menos si vienen de algún país asiático).
Allí los explotan y aquí somos tan ignorantes que pagamos 300 euros en un abrigo cuyo valor real no supera los 22 euros.
Esta mañana he ido de tiendas a la búsqueda de unas zapatillas. He encontrado unas que me gustaban cuyo precio había pasado de los 24,95 euros a los 3,99. Al ir a pagar, resulta que no, que el precio estaba mal, y me han costado la friolera de 1,99 euros. Han rebajado su coste aproximadamente un 98% y aquí no pasa nada.
¿Que son de otra temporada? Lo desconozco. ¿Que me van a durar dos asaltos? Probablemente. Pero ¿y el inmenso placer de saber que no te la han colado?. Y lo más duro…¿cuánto cuesta realmente fabricar esas zapatillas?
No me vale que la gente desee un feliz año nuevo. ¿En serio creen que por desearlo así será? “Sí, yo pido salud, dinero y amor”. Aha…ya. Y la salud, el dinero y el amor vienen solos, ¿no?.
Hace 365 días, servidora plasmó lo siguiente:
– Voy a ser feliz y me esforzaré en convertir cada viviencia en un recuerdo del que decir ‘¡hurra!’.
– Me voy a comprar unos taconazos para llegar al metro 80.
– Viajaré todo lo que pueda.
– Me esforzaré en conseguir un curro que me llene como persona.
– Haré felices a los que me rodean e importan.
– Me quito las ataduras que hasta ahora me he autoimpuesto.
Bien.
A día de hoy, puedo prometer y prometo que no he cumplido ni la mitad. Así que, visto que aproximadamente se llevan a cabo el 50% de los propósitos plasmados el 31 de diciembre, este 2010 pido:
– Actitud positiva y crítica.
Con que la mitad de esta conducta cale en mí y en la gente que me rodea me conformo. ¿Por qué? Porque si algo me ha enseñado este 2010 es que la calidad de vida de las personas depende de la actitud de las mismas.
Todo lo demás… para vosotros. De verdad.
Acabo de presenciar en directo la despedida de un grande del oficio: Iñaki Gabilondo. Adalid del periodismo nacional, voz de la ciudadanía durante décadas y persona crítica capaz de hacer sonrojar a políticos, empresarios y personas de toda condición.
Todavía recuerdo que, en una entrevista en la que él fue el entrevistado, comentó que, cuando era joven, paseaba por la Avenida de la Libertad de Donostia y, al ver la sede de la Cedena SER, se convencía de que algún día trabajaría en aquella casa. Y lo consiguió.
No fue fácil. No conozco la historia personal de Gabilondo, pero tres años en el mundillo me bastan para saber que este hombre ha sacrificado tiempo, ocio, familia y amigos por una causa: el periodismo. Y valió la pena.
Gabilondo ha creado escuela. Un séquito de cientos de plumillas, locutores y comunicadores que, de mayores, quieren ser como él. Y si no es así, al menos muy parecidos.
Quizá por ello me haya emocionado de sobremanera su despedida. Tras un Nocturno de Chopin, Gabilondo ha denunciado la facilidad con la que los medios de comunicación desaparecen ante una sociedad impasible. Con los ojos enrojecidos, ha agradecido el trabajo profesional de sus compañeros, que han mantenido el tipo hasta hoy ignorando su futuro más cercano mientras la redacción los necesitaba para salir adelante.
Con todo ello, decimos adiós a dos grandes figuras del periodismo: el canal CNN+ e Iñaki Gabilondo. Y, espero con toda mi alma, digamos un hasta luego a los 200 periodistas que, mañana, comenzarán una nueva etapa de su vida.
Desde este humilde espacio, felicidades a todos por el trabajo bien hecho. Estoy segura de que resistiréis y saldréis airosos, como de costumbre, a los bandazos de la actualidad.
(Actualización)
Aquí tenéis el vídeo de despedida
Me flipan los vídeos Slow Motion. Aquí una obra de Keith Loutit. Tiene cosas muy bellas, así que os animo a visitar su web.
Bathtub IV from Keith Loutit on Vimeo.
Esta mañana mis padres han asistido a su primera clase de “Iniciación a los ordenadores”, dentro de la oferta gratuita del programa KZGunea. Hace escasos minutos que cada uno de ellos ha bautizado con su nombre a una carpeta que han ubicado en el Escritorio del ordenador que llevaba muerto de risa en la habitación de mi hermano la friolera de seis meses. En estos momentos, se encuentran transcribiendo un texto para que se vayan familiarizando con el uso del teclado y del ratón. Desde mi habitación, les oigo debatir sobre cómo poner los dos puntos: si con el Shift, con el Bloq Mayus, con Ctrl o con Alt Gr. “¿Y cómo se pone la tilde?”, me acaban de gritar.
Aún a sabiendas de que más de la mitad de la población mundial no ha tocado un PC en su vida, se me hace rarísimo compartir techo con dos de ellos. Me recuerdan a mi yo pre-adolescente (momento abuela cebolleta, permitídmelo), picada por la curiosidad que desprendía esa pantalla negra con caracteres verdes, que sólo se activaba al insertar un disquet del tamaño de un libro de bolsillo actual.
Estoy deseando que comiencen a navegar por Internet, para ver cómo van a alucinar con la red de redes, con la cantidad ingente de información, con las diferentes herramientas de las que dispone.
Creo que mi madre va a tirar la toalla, porque ya lo ha intentado más de una vez y, como dice ella, no es lo suyo. La comprendo y lo entiendo, simplemente, porque la conozco. Pero mi padre es de otra pasta.
Después de su siesta, sin que nadie le dijese nada, ha tocado a mi puerta y con un sencillo “¿cómo se enciende ese chisme?” lo ha demostrado todo.
Va a ser un cracker. Y, entonces, chulearé de aita 2.0 hasta la saciedad.
Hoy hace una semana que partí a Madrid para asistir a la quinta edición del Blogs.La Conversación, que tuvo lugar en la capi los días 21 y 22. Fueron dos jornadas intensas, repletas de buenas ideas y reflexiones, mucho buen rollo, bastante de “vengo a hablar de mi libro” y negativo networking (por lo que a servidora respecta, que no acaba de cogerle el gustillo (pero eso es tema de otro post)).
Así, lanzo algunas de las anotaciones que hice en mi libreta (ya que los de la Fundación Telefónica no acabaron de enrrollarse y regalarnos iPhones a los asistentes ;D ).
Hoy el diario El País ha publicado una entrevista que realizaron al dirigente de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi. Realizada a modo de cuestionario por la imposibilidad de contactar con él cara a cara (lleva preso en Navalcarnero desde octubre de 2009), el periodista John Carlin deja claro en la introducción que de las 52 preguntas formuladas, el entrevistado respondió a 46.
Leo la entrevista picada por la curiosidad de conocer qué seis preguntas fueron incómodas para Otegi. Fueron las siguientes:
Silencios que lo dicen todo.
Son dos los motivos por los que creo que el salón de la guipuzcoana es donde debería estar ese Premio Príncipe de Asturias de los Deportes:
Nota de la autora: conste en acta que no he seguido muy meticulosamente ninguna de las hazañas de la alpinista Edurne Pasaban, pero sí ha gozado de los partidos de la selección. Pero, gente, las cosas como son. Aupa Edurne!!
Por fin, después de un insólito periodo estival bochornoso en Donosti, ha llegado la galerna. “Ya iba siendo hora, ¡ni una ha habido en todo el verano!”, exclamó el anciano mientras se resguardaba del chaparrón. “¡Toda la razón!”, le contesté.
He deducido que a él también le gustan las galernas. Pillan de sorpresa y “chafan” los planes a turistas y donostiarras, pero creo que merecen la pena.
Durante al menos diez minutos las presas de la galerna se ven obligadas a resguardarse en cualquier lugar, empapadas en su mayoría, sin otro quehacer que ver caer la lluvia a chorros, como si de una película de los ochenta se tratase, esperando a que amaine. Al tiempo, poco a poco, las aguas se debilitan y los primeros valientes parten hacia su destino.
Es entonces cuando lo notas: la ciudad, el ambiente y el aire que respiras parece limpio, puro, sano. Y realmente lo es. Y, aunque sea sólo un poco, ese fregado de aceras, esa corriente que ventila la ciudad,ese plumero que quita el polvo acumulado durante un tiempo, también acicala a las personas. Y se agradece.
wind from leesangwon on Vimeo.
Hemos retomado las clases del posgrado y, como creo que ya comenté anteriormente, resulta muy enriquecedor el temario, pero también las aportaciones de los propios alumnos.
En este caso el descubrimiento viene de la mano de Ana Echeverría Aristegi, que nos ha alegrado la vuelta de las vacaciones con el descubrimiento de la campaña de marketing viral realizada por Tipp-Ex.
Os animo a disfrutarla porque es divertida, ingeniosa y muy dinámica. Utilizan todos los recursos disponibles para entretener al usuario con un único fin: dejar claro que Tipp-Ex está más vivo que nunca y que, aunque no es un producto muy útil en la vida 2.0, te puede venir muy bien en el día a día para hacer borrón y cuenta nueva.
¿Qué ha conseguido Tipp-Ex con esta campaña?
Para empezar, la marca ha trabajado la imagen, en humor y las nuevas tecnologías con el objetivo de que se hable de ella. Es original, invita al usuario a participar de manera voluntaria (la curiosidad pica) y, en función de cómo quiere que termine la historia, obtiene un resultado en forma de situación surrealista.
Hablo desde la (casi) absoluta ignorancia, pero a mi juicio Tipp-Ex ha triunfado, ya que ha conseguido el primer objetivo de toda estretegia viral: que el usuario se involucre y, encima, se haga eco de la campaña recordando la marca. Bravo.
Llevo casi media hora introduciendo términos y, de momento, todos han obtenido su escena particular. Un consejo: no os cortéis. Algunos buenos: have sex, smoke, drink, study, dance, sing
No quiero retomar este espacio sin antes pedir perdón por mi desidia, vagueza e incompetitividad personal a la hora de afrontar agosto en cuanto a textos online se refiere.
Cosas de la vida, este mes que acabamos de dejar atrás también tendrá un hueco en mi caja de zapatos, donde almaceno sentimientos y vivencias para rememorarlas en un futuro, sólo que no he necesitado materializarlo para saber que calará en mi interior. Pero ya pasó: afrontamos una nueva etapa de la vida, un nuevo curso, un nuevo día.
“Hay que seguir mirando al frente siempre” dicen ¿no?. Pues entonces hagámoslo
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Tema de Anders Norén.