La caja de zapatos

Cosas que me flipan, gente que admiro y mierdas que escribo.

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Categoría: Mierdas que escribo (página 1 de 4)

Mierdas que escribo, así en general.

Nota KEEP | 15 de marzo

El señor entra al vagón, como perdido y cansado de la vida, y se sienta frente a mí. En toda esa ladera de nieve que es su barba, me fijo en la mancha amarillenta que rodea su boca: un círculo ocre casi perfecto, el peaje de años llevando nicotina a sus pulmones.  Su vestimenta me llama la atención, y me lleva directamente a sus manos. Parece un hombre que ha vivido mucho, y dentro de ese mucho demasiadas desgracias. Y algún que otro amor no correspondido.

J&M: Haced cosas

Comienzo la primera de vuestras cartas con un deseo que, en realidad, es más una orden para cuando ya no esté aquí: haced cosas. Apuntaos a todos los planes que propongan vuestros amigos aunque os dé pereza. Si no surgen y queréis vivirlos, proponedlos vosotras. Y si nadie se apunta, no temáis: hacedlos por vuestra cuenta.

No os quedéis sin viajar, sin probar, sin jugar, sin aprender porque nadie os quiera acompañar. Sois fuertes, sois capaces y vais a descubrir que Leer más

Estar

Siempre he pensado que contar lo que una ha soñado a otra persona es irrelevante para quien lo escucha y un sinsentido, ya que no tiene mayor trascendencia para el receptor. Pero me encanta hacerlo. Y esta vez ha sido tan bonito. Tan real.

No recuerdo de qué hablábamos, ni siquiera si Leer más

Vómito

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Casi dos años sin abrir esta caja. Gracias a lo protegida que estaba no ha entrado polvo y todo sigue exactamente en el mismo lugar que lo dejé, en octubre de 2018.

Ahora toca empezar a seleccionar recuerdos, detalles y aprendizajes de los últimos meses para Leer más

Malditos borradores

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109 entradas publicadas. 51 borradores. Malditas letras inseguras, me vais a terminar matando. Y entonces, cuando muera, veréis la luz.

Esa lástima reconfortante

Qué lástima cuando, de repente, caes en la cuenta de que alguien que ha sido vital en tu día a día durante meses o años te da exactamente igual. Hubo algo que te hizo abandonar a esa persona de golpe o poquito a poco, a voluntad u obligatoriamente, eso no importa.

Se portó mal. Pensó feo. Trató de menos a la gente. Desapareció el interés. Demasiada tontería.

Básicamente, dejó de gustarte.

Y ahora la sensación es como  cuando vuelves de pasar unas horas frente a la chimenea: el olor que se queda impregnado en la ropa no hace justicia a lo reconfortante que ha sido pasar la noche delante de las llamas, pero es lo que hueles en este momento y no te gusta.

Lucas

Necesitaba beber. La semana había sido especialmente estresante en el trabajo: Marina apretándome las tuercas más de lo necesario, el inseguro de Joel preguntando más de lo habitual y Gerard… Gerard mandando y puteando como sólo los jefes con mucha gomina, ropa cara y muy pocas horas al día en el tajo saben hacer.

Quedé con Martín a las ocho en el bar chino de su barrio, como solía ser habitual. Veinte minutos antes ya estaba en la mesa esquinera junto al ventanal, dispuesto a beberme el jueves a la salud de Marina, de Joel y del gilipollas de Gerard. Y de Patricia, que en el fondo era por quien bebía.

Apuraba la tercera cerveza cuando Martín entró al bar.

– Joder, ¿mala semana o qué? – dijo a modo de saludo mirando a las dos jarras vacías de cerveza que había sobre la mesa.

– Mala vida.

– ¿Pido otra y me cuentas el drama?

– Por favor.

Hay gente que va al psicólogo, a risoterapia, a yoga o al gimnasio para soltar la mierda acumulada. Lo respeto, pero yo bebo cerveza y le cuento mi vida a Martín, sin florituras ni adornos, vomitando verdades Leer más

Vertical

– ¿Nos sentamos un rato?– dijo Arturo señalando a uno de los bancos del parque. La madera estaba envejecida por el paso del tiempo y se veían claramente las marcas de amor, frustración y hastío que los quinceañeros le habían tatuado con sus llaves.

– Sí, por favor. Estoy agotada. ¿Cuánto hemos podido pasear? – buscó a Periko a su alrededor, pero el pastor alemán seguía correteando por la campa central del parque, libre – Y este ni enterarse: envidio su vitalidad. ¿Será porque tiene cuatro patas?

Arturo la miró y se limitó a negar con la cabeza. Decidió callar,  agobiado sólo con la idea de tener que explicarle a Marga que tener cuatro patas poco tiene que ver con la resistencia física de un can. Y también porque estaba fatigado, y no quería que Marga lo notara. Desde que empezó a recibir el tratamiento se sentía más débil, sobre todo cuando realizaba algo de ejercicio. Desde hacía unas semanas, cuando salía a caminar y lo hacía a ritmo ligero, notaba que la falta de aliento se mezclaba con un sabor a hierro en la boca que le resultaba tremendamente desagradable y que era el preludio de una vomitona algo escandalosa si no paraba y descansaba de inmediato.

Se dejó caer en el banco. Frente a ellos, las torres construidas en los años 70 para dar cobijo a los inmigrantes venidos del campo en busca de un puesto en la incipiente industria cántabra sobresalían detrás del parque. Dos, cuatro, seis, ocho…, ¡catorce!. ¿Y la siguiente? Dos, cuatro, seis, ocho… doce! ¿Y la siguiente?… y así se pasó diez minutos, contando los pisos de las 8 torres conocidas en el barrio como las colmenas.  En su día le pareció una barbaridad la idea de pintar cada una de ellas de un color “para diferenciarlas y modernizarlas”, según justificación consistorial, pero en ese momento todo le pareció bien.

– ¿Cuánta gente vivirá en esas torres?– le preguntó a Marga, que miraba distraída el móvil.

– ¿Qué? ¿Gente, qué?– Arturo le repitió la pregunta– Pues no sé… ¿1.000? ¿1.500? Soy horrible para los números. Ya sabes que soy de artes plásticas – se excusó con una sonrisa. –¿Por qué lo preguntas?–. Arturo aspiró de manera exagerada.

– Por nada.

–¿Por qué?

– Eres muy pesada, ¿eh?: por nada. Sólo que me parece curioso ver de un vistazo el hogar de miles de personas. – Marga calló, a la espera de una nueva “reflexión a cámara lenta” de Arturo. A lo largo de sus años de amistad, había aprendido que el veterinario era de explicarse poco a poco, de rondar muchas palabras hasta llegar al cogollo de la cuestión y, sobre todo, de necesitar silencio para poder seguir hablando. Arturo seguía mirando al frente, a las 8 torres. – ¿Cuántos de los que viven allí crees que tendrán cáncer?.

Marga intentó calcularlo sin éxito alguno. Definitivamente, los números no eran lo suyo. Lo suyo era intentar hacer que los días de Arturo fueran algo más agradables.

– Más de uno y más de dos, seguro. Sois una plaga, ¡estáis por todas partes!.  Pero ya sabes que siempre serás mi enfermo preferido, no quiero que te pongas celoso ahora y me sueltes chorradas de hombre posesivo, ¿en?, como que no puedo juntarme con otros enfermos o que no mire a Chema cuando te acompaño a quimio…

Arturo no pudo contener la risotada. Desde que le diagnosticaron coincidía con Chema, un hombre de su quinta con el que fue al colegio, y a sus 42 seguía siendo igual de estúpido que entonces, pero igual de atractivo para las mujeres.

– Dios, con Chema no, Marga.

– ¡Ya veremos, que una no alimenta su deseo del aire, querido! – contestó jocosa mientras se levantaba de un saltó del banco – ¡y tira, que hace un frío que pela!.

Marga lanzó un grito a Periko para que acudiera a su encuentro y ayudó a Arturo a incorporarse. Dejaron el banco en la penumbra que caracteriza las frías tardes de invierno y salieron del parque agarrados del brazo, con la inexplicable sensación de ser afortunados, a pesar de todo.

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Sunrise

Salió del baño tan rápido que chocó bruscamente contra el lavabo. Pese a que había recibido el dolor equivalente a un golpe de dedo meñique de pie contra la esquina de una puerta, no pronunció sonido alguno. Sólo reflejó el tormento en su rostro.

Una chica dejó de prepararse una raya para preguntarle si estaba bien.

– Sí, sí. Gracias.

– ¿Quieres?– le contestó, señalando las montañitas de coca.

– No, gracias. No soy de… – No había terminado la frase y la chica ya estaba esnifando.

Salió del baño y fue directa a la barra, donde le esperaba su amiga hablando con un chico con el que, 99,9%, no iba a terminar la noche. Pero éso el chico no lo sabía o no le importaba. El ligoteo nocturno, qué ciencia.

– Yo me voy ya. Estoy cansada y el ambiente empieza a ponerse turbio por aquí.

– Sí, vámonos. Bueno –dijo su amiga girándose hacia el chico y rebuscando su abrigo – nos vamos. Ya nos vemos por aquí, ¿vale? ¡Adiós! –y, sin darle tiempo a reaccionar, fueron directas a la salida.

La puerta parecía estar atascada. Por mucho que tiraban, era imposible desbloquearla.

– Hay que empujar con ganas– dijo un chico desde atrás.

Los tres, a una, volcaron todas sus fuerzas en abrir aquella pesada puerta y, tras un golpe maestro, la luz intensa de los primeros rayos de luz del amanecer les dio los buenos días a los tres.

Nooooooooo.

Y con la llegada del sol, se desvanecieron las fórmulas, el encanto y los misterios de la noche.

Frío

Eres del tipo de personas con las que el plato se queda frío.

Magia

Es màgic es meravellós
Que ens menteixin així
Jo no vull pas la veritat, vull ser feliç.

 

Hoy es un almanaque textual-musical. No todo va a ser hablar de nuestro libro, ¿no? ;)

Bebidas calientes

Y como no pudo abrazarlo calentó la leche en el microondas, cenó un Cola-Cao y se echó a dormir.

Sano santo

Desde hace siete meses cada vez que escucho o leo la palabra salud, healthy o similares me doy un morreo a mi misma y me sale una sonrisilla pensando que he dejado de fumar. ¿Que el día de mañana puedo volver? Puede ser, pero antes de encender ese cigarro debería recordar que:

  1. Es muy guay no depender del tabaco. De tener papel, mechero, tabaco, de agobiarte pensando que ese viaje en avión serán cuatro horas y que a ver cuándo vas a poder fumar… ahora mismo ese día a día que pasé de los 18 a los 30 me parece una tortura.
  2. Hueles que te cagas siempre a perfume, champú, gel… Y tu ropa a jabón. Y tu casa a limpio.
  3. No tengo ni idea del aspecto económico, pero en algo me habré dejado esos dineros (porque ahorrar no he ahorrado, ya os lo digo yo), y sea en lo que sea, seguro que ha sido un vicio sano.
  4. No conozco a ningún fumador que no quiera dejar de fumar. Si lo has conseguido no seas gilipollas, tira ese cigarro y bebe una copa de vino disfrutando de cada sorbo.

Bola extra: ¿Os habéis dado cuenta que a partir de 1970 no hay ni una foto de ningún famoso con un cigarro que resulte glamurosa?. Pensad lo jodido que lo tenéis para que vuestra selfie-malosa-conpitienboca lo resulte. 

 

Resoluciones

La lista de propósitos es el charco en el que vemos reflejado el yo que nos gustaría ser en el futuro.

Vamos a dejar de mirarnos tanto y empecemos a mancharnos los pies con el fango del fondo del charco, ¿va?.

Comienzo

Estaba harto de que todo el mundo le dijera que todo final supone el comienzo de algo nuevo. Sabía que se lo soltaban a diestro y siniestro porque él había sido el rechazado, la víctima, el daño colateral de la situación. También se lo decían porque en este momento de su vida se sentía un fracasado, sin ningún anhelo por seguir viviendo más allá de la eterna promesa del “el tiempo todo lo cura” y, oh, claro: “todo final supone el comienzo de algo nuevo”.

A tomar por culo. ¿Qué mejor día para quitarse la vida que un 1 de enero? Esa jornada en la que, resacosas y empapuzadas, las mentes débiles anotan en un cuaderno impoluto sus objetivos que, por muy triste que suene, se centran en conseguir ser mejores personas, más delgadas, más sanas, más solidarias, más deportistas, más comprometidas, más… hipócritas.

Ya valía. Ya era suficiente. Quería terminar la historia de su vida a su manera, en el momento y lugar más apetecible, que ese 1 de enero de 1974 resultó su salón, en la intimidad del hogar de un –desde hacía siete meses– divorciado.

En su nota de despedida, la reivindicación “todo final supone el comienzo de algo nuevo, así que no quiero reprimendas”.

 

 

Reto #AlmanaqueTextual

He decidido aprovechar el calendario 365 Photo Project Calendar de PhotoBlog en el que te retan a realizar una fotografía diaria relacionada con la temática que proponen para trasladarlo a la disciplina escrita y forzarme a teclear algo creativo a diario. Lo que sea. Objetivo: desengrasar un poco el cerebro, que ya va siendo hora.

A principios de cada mes subiré la lista de palabras (para tenerlas localizadas y a mano) e iré compartiendo aquí artículos bajo la etiqueta #Almanaquetextual a diario.

Desde ya, advierto: es un juego, lo quiero disfrutar y lo quiero llevar a cabo como si de un laboratorio se tratara, donde el único fin es disfrutar del proceso de creación, (no tirarme el moco, ser intensita o divertir a la audiencia).

Cabe decir que esto lo traslado a este espacio público porque, de verdad de la buena, creo que podría interesar a más gente. Sobra decir que estaré al tanto del hastag #almanaquetextual para gozarla con vuestros textos si os animáis a llevar a cabo este juego.

¡A por ello!

Aló

 

Lo siento. Otra temporada sin escribir, sin compartir, sin esforzarme en actualizar este espacio. Pero, ¡ey!. He reído, he viajado, he leído (un montón, por cierto), he bailado, he compartido cara a cara, he aumentado mi familia de plantas y me he rodeado de gente que no hace más que enseñarme cosas y mostrarme afecto (cómo os quiero, hostia).
Que lo que me queda de vida sea esto todo el rato, por favor.

Respira

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Siéntate. Mira al frente. Respira lentamente. Deja que el murmullo de la gente a tu alrededor te acompañe sin molestar. Todo da igual ahora, todo es relativo, pero… ¿podrías morir hoy y sentir orgullo de la herencia sentimental, de los recuerdos que dejarías en otros?

Un dibujo de Nora para Ana

Esta mañana el Topo (oficialmente Metro Donostialdea, meh) venía con gente pero no era asfixiante. Me he decantado por el único asiento desplegable que quedaba libre y al abrirlo me he encontrado un folio doblado en cuatro. Lo he cogido automáticamente, me he sentado y lo he abierto. Tomad tesoro:

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He alucinado. Los primeros segundos me he limitado a examinar el dibujo con una sonrisilla en la cara, pero al leer la cabecera el agobio me ha podido: 2014-2-22. 22 de febrero de 2014 (en euskera las fechas se escriben diferente). “¡¿Alguien ha guardado esto durante dos años?! ¡Esto es importante!”. Creo que el chico que iba junto a mi ha alucinado un poco cuando ha visto que, de manera muy rápida, he doblado de nuevo el papel que me acababa de encontrar y lo he guardado en una bolsa que llevaba, como si se tratara de un boleto de lotería premiado y no quisiera devolvérselo a su dueño.

Ya en casa, con la calma, he vuelto a abrir el dibujo. Me percato que las esquinas se han mojado, pero también de que hay un correo en la parte trasera. Uno de esos correos de nombreapellido@telefonica.net. “Es una persona mayor”, es lo primero que he pensado. Conozco a muy pocas personas menores de 60 años que tengan un @telefonica.net (sin acritud). Le he escrito.

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Y así están las cosas. El dibujo de Nora se está secando encima del escritorio y, cuando ya esté recuperado, lo guardaré en una carpeta, a salvo de la lluvia y los transportes públicos. Seré una peliculera, pero…  si una persona guarda este recuerdo durante dos años… no seré yo quien no queme todas las naves para que lo recupere.

P.D: Si creéis conocer a Nora o Ana no dudéis en contactar conmigo (dejadme un comentario aquí mismo).

P.D: ¿Os habéis catado de que la vaca está cagando? Grande Nora!!! 

 

Esquinas dobladas

—Te tengo que pasar el libro cuando me lo terminé. Te va a gustar.

—¡Guay!— dice entusiasmado. Aprovecha para tomar el ejemplar y ojear la sinopsis de la trasera. De repente frunce el ceño —. ¿Y todas estas esquinas dobladas?.

Se refiere a las esquinas inferiores del libro. Tengo la costumbre, desde hace varios años, de marcar de esa manera los párrafos, frases o apartados de los libros que me gustan. He comprobado que hay gente que, incluso, marca dichos fragmentos con lápiz o boli, pero, para qué mentir, no suelo disponer de ningún marcador del estilo cuando leo, simplemente estamos el libro y yo, y el hecho de escribir sobre las hojas de una novela me recuerda demasiado a la época estudiantil.

—Cosas mías.— Le resumo. Conociéndolo, lo descubrirá por sí mismo en cuanto llegue a la primera esquina doblada—. Cuando lo leas no las desmarques, por favor.

—Guay.

 

Esa sensación

fotograma Truman film